Cuando en los escasos momentos que hemos compartido, la jugarreta de neurotransmisores desatan en mi una reacción a lo mejor cursi e idealista sobre la persona que esta enfrente, siento que estoy junto a ese ser casi soñado, esa que tiene ese "no se que, en quien sabe donde" esa que cuando sonríe delata un corazón puro, esa a la que brillan los ojos con un contraste que no entiendo: una felicidad genuina presente y el dolor del pasado aun vigente, seguro por eso siento una necesidad algo necia de darte un abrazo.... así finalmente no lo haga, me falta valor seguro o tal vez quien necesita el abrazo sea yo.
El tiempo ha sido el testigo de los pasos que hemos dado influenciados por los soberbios engranajes del reloj de la vida, gamas llegaremos a entenderlos; pero algo que si se, es que cada vez que sonríes, aun cuando el motivo sea otro que no nos una a los dos, mi cara esboza una sonrisa, algo trémula eso si ( benditos alambres de ortodoncia), me hace feliz como tu corazón va sanando y la par tu mente se llena de nuevas motivaciones.
Debes saber que siempre pido al cielo que bajo sus colores, en la tempestad y en la calma, cuando alces la mirada al cielo tu sonrisa resuene en la inmensidad de la bóveda celeste; espero siempre que levantes tu mirada al horizonte recuerdes que bajo ese cielo que cambia de formas y colores, en otro lugar estaré celebrando tu felicidad, acompañándote desde el silencio, animándote a llegar tan lejos, sobre todo viéndote brillar.
Postadata: Siempre cerca a un mensaje, a una llamada, a un café.
Escrito por Onel Baron Niño
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