Teníamos un lugar que sin ser memorable, si tenia las condiciones para enmarcar una buena velada, sobraba buena comida, había buen trago y tema suficiente para hablar, ahí estábamos los dos otra vez, conociéndonos y reconociéndonos, tu con aire saturado de ternura, voz aterciopelada algo aniñada, figura espingada, sonrisa cálida de par par, los ojos ya no eran negros, mas bien marrones o café, en ellos ese brillo extraño algo nostálgico que solo genera el dolor; me sigue sorprendiendo el contraste: una sonrisa que te llena de vida, una mirada que deja entre ver la grietas en el corazón.
Hable poco muy poco, pero escuche atento las historias de la vida que tenia en frente y no conocía: sus amores, sus temores, su familia, sus sueños ( Un sueño bizarro especializarse en Ginecología, área del saber en salud que por cierto aborrezco ) entender sus debilidades y reconocer algunos de sus defectos mientras hilaba palabras para contarme sus historias, algunas a medias, otras imprecisas, otras que envidie. Se ufana de barrio, aunque su abolengo sea mas noble del que dice ser.
Me desvela y no se como lo logra, esa ternura genuina con visos de picardía que no es habitual encontrar en personas a su edad, y es que este personaje no tiene quince, ni veinte según hace cuentas al menos treinta va cumplir ( treinta pero nació mediados de los noventas sin no es que, unos cuantos años mas).
La velada continuaba y fue necesario cambiar de lugar, improvisando se busco rápidamente, se alisto lo necesario, hasta el radar ( GPS) que para rematar no entendíamos, mientras el gps indicaba al lado, nosotros nos dirigíamos al otro lado, al fin llegamos, nos recibe el saludo cortes del señor portero, que seguidamente llama a la persona encargada de acompañarnos hasta el apartamento ( Si era apartamento, no era hotel, menos motel, lo juro) nos dirigimos en compañía de una señora de mediana edad muy cortes y refinada, llegamos el sexto piso, nos acomodamos entramos sin afán, en adelante daría inicio lo que seria la noche mas memorable ( guiño picando el ojo) diría el Chapulin Colorado :"Calma, calma, que no panda el cúnico" solo contare lo suficiente.
Ahora si ha desojar margaritas en breve y contar pormenores a reírnos de lo que fue, avergonzarnos por lo que queríamos que fuera y no fue: habíamos quedado en el Apartamento donde ingresamos sin afán, la noche probable auguraba más incertidumbres que certezas, pero estábamos a merced del efecto de las cervezas y de la voluntad de nuestros actos.
Confieso que aunque no discuto su notable belleza, si me parecía algo escuálida, es decir belleza había, pero no sentía su fuerza para demostrarla, como que faltaba ese ímpetu de acá estoy apoteósicamente irresistible ( perdóneme pero no es lo mío exaltar todo porque si, aun cuando me guste) el caso, tal vez el alcohol pero ya frente a frente me sentí acorralado por su belleza de cuento de hadas, que como en todos los cuentos, es soberbia e infinitamente dulce y tierna.
Piel con piel descubriendo lunares que no había visto, texturas que no conocía y sensaciones que no había percibido jamás. Me gusto cada lugar y cada parada en su cuerpo, disfrute el momento de encontrarnos sin nadie más, pero como lo bueno no dura siempre empezaron los siniestros. Los detalles de eso que funciono de manera descoordinada los guardare en mi memoria; si puedo decir que éramos lo opuesto en todo, una mezcla rara que resulto funesta ( algo así como mezclar "chicha" con un sofisticado "Martini") con la ventaja, supinos reírnos del momento, no hubo pudor tampoco vergüenza, disfrutamos y gozamos hasta que se acabo el tiempo.
Me sigo cuestionando tu aparición en mi vida, así tan repentina, tan inesperada, casi idílica, siento a veces que nos cruzamos tarde para nuestro infortunio; me asusta que me guste mas de la cuenta, tampoco es que este enamorado pero si fácilmente podría estarlo.
Postdata: Siempre cerca a un mensaje, a una llamada, a un café.
Nota: La versión extendida y sin censura llegara únicamente a quien deba llegar.
Escrito por Onel Baron Niño
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